Hoy es el gran día. Despúes de más de una semana de terribles acontecimientos, es tiempo de gritar ¡lo hemos logrado! Recuerdo ese día en que promulgaron esas estúpidas y horribles leyes. Todavía la semana pasada todo era normal. Mis planes se fueron al carajo. Quería casarme, ser una excelente socióloga y tener dos hijos. Mi nueva vida va a ser diferente de ahora en adelante y es lo único que sé.
De pronto, se abrió la puerta. "Hemos llegado" dijo Juan José. Todos salimos de ese espantoso trailer. Lo primero que hice fue buscar un teléfono y cuando lo vi, corrí hacia él. Primero marqué los numeros de celular de todos mis amigos. Algunos no contestaban y eso me tenía muy preocupada, pero no podía hacer otra cosa más que esperar tener noticias de ellos. Después le marqué a la persona que me dio fuerza en todo mí camino.
Marqué el número del teléfono de Édgar, y en el momento en que escuché su voz, sentí que el corazón se me paralizaba. Entonces comenzamos a platicar:
- Hola, amor.
- Hola.
- ¿Cómo has estado?
- Bien, estaba preocupado por tí.
- No te preocupes amor, ya estamos en Belicé.
- Ok. Cuando tenga oportunidad iré hacia allá, y te abrazaré, te besaré y nunca mas nos separaremos.
- Pero es muy riesgoso.
- No importa. Yo por tí, haré lo que sea.
- Quisiera que todo esto fuera un sueño y despertar.
En este momento, después de decir eso empecé a escuchar una voz a lo lejos que me decía "despierta mi amor, despierta, despierta ya es tarde y tienes que ir a dejar a los niños a la escuela".
Cuando reaccioné, me dí cuenta de que estaba en mi cama al lado de mi marido Héctor y de que gracias a Dios todo había sido un muy mal sueño. En mi mundo real no habia impuros y ningún cambio de ninguna ley o algo parecido con lo que había soñado.
Ahora los dejo, ya que tengo que ir a dejar a la escuela a mis hijo: Pilly Jr. y Lila Rodríguez.
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